sábado, 19 de junio de 2010

MANCO INCA


Manco Inca fue, así como Huáscar y Atahualpa, uno de los varios hijos principales que tuvo Huaina Cápac. En 1533, contando aproximadamente con 18 años de edad, se presentó ante Francisco Pizarro, quien lo reconoció como soberano y luego procedió a utilizarlo como inca títere durante tres años. A lo largo de este periodo, “… el joven Manco se esforzó por desempeñar del mejor modo posible su papel de inca fantoche, subordinado a los españoles. Pero esta actitud, en vez de granjearle el aprecio de los conquistadores, dio lugar a todo lo contrario: el joven inca fue sometido a graves humillaciones y pronto perdió el respeto de sus propios vasallos, los indios de la nobleza cusqueña” (Magisterio, 2001, p. II).





Pero Manco Inca no pensaba someterse más: para librarse de la vigilancia de los españoles, excitó la codicia de estos pidiéndoles permiso para traer unas estatuas de oro macizo que se encontraban en Lares. Una vez libre, junto con el Sumo Sacerdote Uillac Umo, organizó la toma del Cusco, que daría inicio a una resistencia armada de casi 36 años de duración.


El 3 de mayo de 1536, el Cusco amaneció cercado por unos cuarenta mil hombres provenientes de las zonas adyacentes del Cusco (Vega). “Durante un año tuvo en jaque a la guarnición española dirigida por los hermanos Hernando, Juan y Gonzalo Pizarro y estuvo a punto de aniquilarla. Una acción desesperada y el apoyo de cientos de indígenas salvó a los españoles” (Magisterio, 2001, p. II).
Efectivamente, auxiliadas por Pascac Inca y sus guerreros, y dirigidas bravíamente por Hernando Pizarro, las exiguas huestes españolas retomaron “a sangre y fuego” la fortaleza de Sacsayhuamán.


Se debe mencionar que en contra de Manco Inca y sus huestes obró la falta de alimento, creencias ancestrales que los españoles supieron aprovechar (los indios no luchaban en las noches) y el mayor conocimiento de tácticas de guerra que tenían los españoles. Además, los invasores contaron con el apoyo voluntario de aproximadamente 30 000 aliados indígenas (cañaris, Chachapoyas, tarmas, huancas, Yauyos y chancas), quienes más que luchar a favor de los españoles lo hacían en contra del inca, representante de un gobierno que antiguamente los había sojuzgado o había intentado hacerlo (Del Busto, Vega).


A partir del sitio al Cusco “… comenzó una vasta rebelión que duró 8 años ininterrumpidos y abarcó desde Guayaquil hasta la zona araucana del sur de Chile.


Se sublevaron los collas del altiplano, los yungas de la costa, los antis de la montaña y principalmente, los quechuas de la sierra” (Magisterio, 2001, p. II).


Durante este periodo de resistencia “… las derrotas ibéricas (…) fueron numerosas. Podrían relievarse las infringidas a Hernando Pizarro en Ollantaytambo y a Gonzalo Pizarro en Chuquillusca; y estas batallas no constituyeron la excepción. Manco venció a diversos jefes castellanos en Pillcosuni, Curahuasi, Jauja y Yeñupay” (Vega, p. XIII).

Por otro lado, después de las derrotas iniciales debido a la mejor tecnología bélica de los españoles, Manco Inca demostró una rápida capacidad de adaptación y comenzó a utilizar en los combates caballos, corazas, cascos y espadas españolas. “Incluso llegó a formar un pequeño equipo de quechuas arcabuceros y es posible que haya sido el primer jefe indígena del nuevo mundo que usó armas de fuego contra el invasor”(Magisterio, 2001, p. II).

A partir de 1537, Manco Inca se estableció en Vitcos, territorio de Vilcabamba. La elección de la zona obedeció a consideraciones estratégicas, políticas y religiosas. Además de su difícil acceso, era la región más sagrada del Tahuantinsuyu, situada entre Ollantaytambo y Machu Picchu. Desde allí, Manco Inca organizó numerosas incursiones destinadas a destruir las posiciones españolas.


“Tratando de aprovechar los enfrentamientos entre Pizarro y Almagro, Manco Inca dio refugio a los partidarios del derrotado Almagro el joven. Esto fue fatal para el inca, pues estos españoles fueron los que lo asesinaron en 1544” (Magisterio, 2001, p. II). Tal como señala Tauro Del Pino (2001), lo hicieron creyendo que con este acto conseguirían el perdón del virrey Núñez Vela. El inca ya había sido avisado de las intenciones de los traidores, pero nunca creyó que fuesen capaces de llegar a tal extremo de ingratitud. El asesinato se dio de manera sorpresiva en medio de un juego de competencias; sin embargo, los ingratos fueron capturados antes de que pudieran huir y sus cabezas decapitadas fueron presentadas al soberano, quien todavía sobrevivió tres días.


A pesar de la muerte de Manco Inca, la resistencia indígena continuó, liderada por su hijo Titu Cusi, y a la muerte de este, por otro hijo del Inca, Tupac Amaru. Este último fue capturado y decapitado en 1572, a partir de lo cual el movimiento indígena se replegó hasta que renació con la gran rebelión de Tupac Amaru II.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA


· Del Busto, J. (2004). Enciclopedia temática del Perú. Tomo 3: Conquista y Virreinato. Lima: El Comercio.

· Magisterio, número 21, marzo 2001.

· Tauro Del Pino, A. (2001). Enciclopedia ilustrada del Perú. Tomo 10. Lima: PEISA – El Comercio.

· Vega, J. (s.f.). Manco Inca, el gran rebelde. Lima: Populibros peruanos.