miércoles, 28 de diciembre de 2011


LEONCIO PRADO



En los libros escolares y de consulta, Leoncio Prado es recordado, sobre todo, por su comportamiento heroico ante la muerte: capturado por los chilenos después de la derrota de Huamachuco, afrontó con valor y dignidad el pelotón de fusilamiento. Sin embargo, no se resalta que desde muy temprana edad (12 años) se consagró a la liberación de los pueblos oprimidos y a la defensa de la patria, por la cual dio la vida.





“Lo que me apena es ver que en estos momentos en que se juega
la última esperanza de la patria,
hay hombres todavía egoístas que se resisten a contribuir,
de una forma u otra, a la defensa de esta santa causa”





Leoncio Prado Gutiérrez fue el mayor de los tres hijos naturales que tuvo Mariano Ignacio Prado (los otros dos fueron Justo y Grocio), militar peruano que llegaría a ser presidente del Perú y que desempeñaría un indigno papel en la guerra con Chile.





El joven Prado nació en 1853, en Huánuco. A la edad de seis años fue trasladado a Lima e ingresó como interno al Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”. Si bien no fue un alumno ejemplar, destacó por su inteligencia y vivacidad, la cual en varias ocasiones rondó la indisciplina. En el Guadalupe se nutrió del espíritu liberal, de las prédicas democráticas y de la solidaridad con los pueblos oprimidos, que más tarde lo llevarían a luchar a favor de Cuba y Filipinas.

Durante las vacaciones escolares acompañaba a su padre: en Chiclayo, donde fue admitido como “soldado distinguido” en el regimiento “Lanceros de la Unión” (1862); y en Arequipa, donde asistió al pronunciamiento de insurrección contra los españoles del entonces coronel Mariano Ignacio Prado (1865). En 1866, con tan solo 13 años, participó en el Combate de Abtao y, meses después, estuvo a bordo del Tumbes en el triunfo obtenido contra la Escuadra Española del Pacífico. Ascendido a la clase de alférez de fragata, ingresó a la Escuela Militar y Naval (1867).

En la Escuela Militar y Naval, Leoncio Prado, junto con José Gálvez, dirigió un motín en contra de las durísimas medidas disciplinarias introducidas por el nuevo director del plantel, general Torrico. El alumnado declaró el estado de huelga y armó barricadas al interior del establecimiento. Finalmente, el Ministerio de Guerra debeló violentamente el motín y clausuró la Escuela. Vale resaltar que muchos de estos cadetes rebeldes cumplieron un importante papel en la posterior guerra del 79.

“En 1867, a su solicitud fue agregado a la expedición hidrográfica enviada a la Amazonia bajo el comando de John Tucker y permaneció en el apostadero fluvial de Iquitos hasta 1868. Después, enviado por el gobierno viajó a EE.UU. y estudió ingeniería en Richmond (1873), pero cautivado por la propaganda autonomista de Cuba, pasó a la isla a participar en la lucha por la independencia de ese país bajo las órdenes de Máximo Gómez, Antonio Maceo y Guillermo Moncada. Con autorización del gobierno cubano trasladóse a Kingston (Jamaica) y allí, con otros 10 patriotas se embarcó en el navío español Moctezuma, al que capturó en plena travesía (1876); tomó rumbo a Haití para desembarcar a los pasajeros, luego se dirigió a Centroamérica para esperar las armas que en nombre del Perú había ofrecido su padre, para contribuir a la independencia cubana. Mas, acosado por tres poderosas unidades españolas, se vio obligado a incendiar al Moctezuma a la vista de las playas nicaragüenses (1867) y nadando llegó a tierra. Con el apoyo del presidente de Honduras, Marco Aurelio Soto, volvió al Perú, de ahí pasó a EE.UU. y allí le sorprendió la capitulación de los patriotas cubanos. Luego se embarcó rumbo a Filipinas con el ánimo de luchar por su independencia. Naufragó y fue desembarcado en China; trabajando, cambiando de nombre, recorrió los mares de Asia y regresó por la India, Arabia, Egipto, Palestina, Rusia, Italia, Bélgica y Nueva York (1878)” (Calendario Cívico Escolar, 2002, p. 28).

Al iniciarse la guerra con Chile, a pedido de su padre, se encargó de adquirir armamento para el Perú, y lo hizo en condiciones muy ventajosas. A fines de octubre de 1879, fue designado para organizar y dirigir una pequeña brigada de torpedos, la cual se situó en la diminuta isla de Alacrán, frente a Arica.

Luego de que el general Mariano Ignacio Prado, presidente del Perú desde 1876, abandonara al país en el momento más crítico de la guerra con Chile, la situación de Leoncio Prado se complicó; sin embargo, logró hacerse cargo de los “Guerrilleros de vanguardia” y participó en la batalla del Alto de la Alianza (26/05/1880), donde murió su hermano Grocio. Finalmente, en la batalla de Torata (julio de 1880), los guerrilleros fueron masacrados por la superior fuerza chilena. Prado fue capturado y llevado a Chile, donde permaneció cautivo por más de un año.





En febrero de 1882 retornó a la patria. Por aquel entonces, le escribió las siguientes palabras al huanuqueño Benito Arana: “Cuando la patria se halla subyugada, no hay palabra que valga sobre el deber de libertarla” (Pavletich, 1958, p. 95).

En Huánuco y Pasco organizó un contingente de jóvenes combatientes y se unió a Andrés Avelino Cáceres. “Comisionado por éste, organizó el Ejército del Norte y llegó a jefe de Estado Mayor de la I División. Con este rango participó en la batalla de Huamachuco. Allí una granada le destrozó la rodilla izquierda, y sus ordenanzas lo sacaron del campo de batalla y lo ocultaron en una choza” (Calendario Cívico Escolar, 2002, p. 28). Allí fue encontrado por los chilenos, quienes indignamente le negaron el derecho a ser fusilado en la plaza pública, con los honores que merecía su rango, de tal manera que fue ejecutado en la cabaña donde lo habían encontrado. Pero en ese último momento se evidenció la grandeza moral de Prado: solicitó que se doble el número de integrantes del pelotón de fusilamiento y que se le permita dar las órdenes de ejecución. Ambas peticiones le fueron concedidas.




Leoncio Prado Gutiérrez murió el 15 de julio de 1883, a la edad de 30 años. Antes de su fusilamiento, dejó escritas unas líneas para su padre, quien se encontraba en Colombia: “… hoy a las ocho y media debo ser fusilado por el delito de haber defendido a mi Patria”.



Bibliografía

Calendario Cívico Escolar (2002). Lima: SUTE XII.

Pavletich, E. (1958). Leoncio Prado. Lima: Demos.

Tauro, A. (2001). Enciclopedia ilustrada del Perú. Tomo 13. Lima: PEISA.