sábado, 9 de junio de 2012


Rosa Luxemburgo, marxista

“En el espíritu de Rosa Luxemburgo el ideal socialista era una pasión avasalladora que todo lo arrollaba; una pasión, a la par, del cerebro y del corazón, que la devoraba y la acuciaba a crear. La única ambición grande y pura de esta mujer sin par, la obra de toda su vida, fue la de preparar la revolución que había de dejar el paso franco al socialismo. El poder vivir la revolución y tomar parte en sus batallas, era para ella la suprema dicha. Con una voluntad férrea, con un desprecio total de sí misma, con una abnegación que no hay palabras con qué expresar, Rosa Luxemburgo puso al servicio del socialismo todo lo que era, todo lo que valía, su persona y su vida... Por esto podía legítimamente exigir también de los demás que lo entregaran todo, su vida incluso, en aras del socialismo. Rosa Luxemburgo simboliza la espada y la llama de la revolución, y su nombre se quedará grabado en los siglos como el de una de las más grandiosas e insignes figuras del socialismo internacional”.
Clara Zetkin


Las mujeres han tenido una gran participación en la lucha por liberar a la humanidad de la explotación capitalista. Han llegado a ser un fuerte contingente de lucha y de dirección. Una muestra de ello es la actividad política de Rosa Luxemburgo, una revolucionaria polaca que llegó a dirigir la lucha del proletariado alemán. Como mencionó Lenin en alguna oportunidad, Rosa Luxemburgo fue un águila que voló alto y pudo ver más lejos que muchos de sus compañeros de lucha.

Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en la aldea de Zamosc, en el sudeste de la actual Polonia (en esa época, Zamosc era parte del Imperio ruso). Fue la más joven de los cinco hijos de una familia judía de clase media. Cuando tenía dos años y medio, su familia se trasladó a Varsovia (que por entonces también estaba bajo el dominio del Imperio ruso), donde Rosa vivió durante toda su niñez. A los cinco años tuvo una enfermedad en la cadera que, al ser tratada inadecuadamente, no pudo ser bien curada y le dejó una cojera de por vida.

“A los trece años –menciona Mary-Alice Waters (1979)– ingresó a la escuela secundaria para mujeres de Varsovia, hazaña difícil para alguien de su origen, puesto que ese nivel de educación quedaba reservado generalmente para los hijos de los funcionarios rusos. Se graduó en 1887 con excelentes calificaciones, pero se le negó la medalla de oro por su ‘actitud rebelde’ hacia las autoridades” (pp. 8-9). Fue en su época de estudiante de la escuela secundaria en la que Rosa Luxemburgo comenzó a participar en el movimiento revolucionario, al ingresar al Partido Proletario, ligado al grupo Narodniki (populista) ruso. Ese fue el inicio de una carrera política que Luxemburgo seguirá hasta la fecha de su muerte.

En 1889, tuvo que huir de Polonia por una amenaza de arresto. Se trasladó a Zurich, donde se establecería durante nueve años. Ahí ingresó a la Universidad, en la cual iniciaría sus estudios de matemáticas y ciencias naturales para, luego de dos años, cambiarse a economía y política. Culminó sus estudios en 1897 y obtuvo el doctorado en ciencias políticas con la tesis “El desarrollo económico de Polonia”, publicada al año siguiente en Leipzig.

Por esos años, Zurich albergaba a los socialistas exiliados de diversos países. Por ejemplo, ahí se encontraban los notables marxistas rusos Plejánov, Axelrod y Zasúlich. Durante su estancia en dicha ciudad, Rosa Luxemburgo participó activamente en las luchas políticas, principalmente en las de la socialdemocracia polaca.

Fue en Zurich, durante sus épocas de estudiante, donde Rosa Luxemburgo conoció a Leo Jogiches, destacado miembro de la socialdemocracia polaca. Él la motivó a estudiar economía y política y a sumergirse en el movimiento socialista. Leo Jogiches era conocido por su fama de conspirador y su trabajo clandestino en Lituania, donde incluso había pasado años en la cárcel. Él fue el principal organizador de la socialdemocracia polaca.

“Rosa fue siempre escritora y agitadora. Su actuación pública la colocaba siempre en un primer plano; pero no fue buena organizadora. No le interesaba el funcionamiento del partido, las finanzas, la clandestinidad, las dificultades para lograr la publicación de la literatura partidaria y los mil y un detalles a solucionar si se quiere construir una organización eficiente. Tales cosas eran tarea de Jogiches, de quien se dice era una hombre competente, aunque dominador y a veces autocrático. Él se mantuvo fuera de la luz pública, organizando el PSDPyL [Partido Socialista Democrático de Polonia y Lituania, siglas en español], y durante la guerra la Liga Espartaco, con callada eficiencia. Sin embargo, Jogiches era un agudo pensador político, y fue la ‘caja de resonancia’ de Rosa durante muchos años. Es indudable que Rosa Luxemburgo elaboró muchas de sus ideas en sus conversaciones y debates con él, que a su vez fue su crítico más severo. Aunque la sombra de Rosa lo ha tapado, desempeñó un papel importante en el movimiento socialista internacional de principios del siglo XX” (Watters, 1979, p. 11).


Leo Jogiches y Rosa Luxemburgo se comprometieron en 1892 y, aunque nunca se casaron legalmente, convivieron durante quince años, hasta 1907, fecha en que terminaron su relación matrimonial. Su relación política y partidaria duraría toda la vida.

En 1892, Luxemburgo participó en la fundación del Partido Socialista Polaco (PPS, las siglas se presentan en su idioma original). Sin embargo, entró en discusiones con la dirigencia del PSP y se separó al año siguiente para fundar, junto a otros emigrados, la Socialdemocracia del Reino de Polonia (SDKP). Años más tarde, esta cambiaría su denominación a Socialdemocracia del Reino de Polonia y Lituania (SDKPiL) –o Partido Socialista Democrático de Polonia y Lituania (SPDPiL), como también se le conoce–.

Rosa Luxemburgo solicitó participar en el III Congreso de la Segunda Internacional (Zurich, 1893) como representante de una tendencia polaca, pero el PSP –con el cual Luxemburgo debatía la cuestión del nacionalismo– presionó para que no se acepte dicha solicitud. Sin embargo, para el IV Congreso (Londres, 1896) ya nadie cuestionaba su participación, pues todos reconocían su notable actividad política. Rosa Luxemburgo se había ganado un espacio en el movimiento revolucionario internacional.

En 1898, Rosa Luxemburgo se trasladó a Alemania. Como era extranjera, no podía desarrollar tranquilamente su actividad política. Así que solucionó este problema casándose con un alemán, Gustav Lubeck, hijo de un viejo amigo. De esta manera, obtuvo la ciudadanía alemana de por vida. Rosa y Gustav “se separaron en la puerta del Registro Civil” (Watters) y obtuvieron el divorcio cinco años después.

En Alemania se sumó al trabajo del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y participó en el Congreso de Stuttgart (1898), donde conoció a Clara Zetkin, dirigente de la organización femenina del SPD. Clara y Rosa se complementaron desde el principio y lucharon juntas por la revolución, rechazando toda posición revisionista y reformista.

En 1899, un año después del Congreso de Stuttgart, Rosa Luxemburgo publicó su libro Reforma o revolución, en el cual criticaba duramente la posición revisionista que adoptó Eduard Bernstein. En diversos artículos publicados en la revista Die Neue Zeit (Los Tiempos Nuevos) y en su libro Presupuestos del socialismo, Bernstein planteó su teoría de la “adaptación” del capitalismo (según la cual, era imposible la destrucción del capitalismo) y de la progresión lenta y tranquila al socialismo mediante las reformas sociales. “El continuo desarrollo de la sociedad –menciona Bernstein– hace improbable su completo y casi general colapso del actual sistema de producción porque el desarrollo capitalista aumenta por una parte su capacidad de adaptación y por la otra, simultáneamente, la diferenciación de la industria” (citado por Luxemburgo, 1967, p. 16).

Rosa Luxemburgo criticó todos los argumentos revisionistas de Bernstein mediante el método marxista –como lo demuestra Lukács en su libro Historia y conciencia de clase–, es decir, abarcando el problema de la economía y la política en su totalidad y no de manera atómica. Así, no contrapone mecánicamente “reforma” y “revolución”, sino que muestra que ambas son factores de un mismo proceso. “Entre las reformas sociales y la revolución –menciona Luxemburgo (1967)– existe para la socialdemocracia un lazo indisoluble: la lucha por las reformas es su medio; la revolución social, su fin” (p. 9). Fue tal la fuerza del ataque al revisionismo y la defensa del socialismo, que Reforma o revolución es “quizás todavía la mejor respuesta general marxista al reformismo” (Bottomore, 1984, p. 469).

A partir de 1900, Rosa Luxemburgo comenzó a colaborar con la revista Die Neue Zeit. En 1903 participó en el Congreso de Dresde del SPD, por lo que el Gobierno la condena a tres años de prisión. No obstante, pudo escribir y publicar al año siguiente (1904) su artículo Problemas organizativos de la socialdemocracia rusa, en el que intervenía en la discusión entre los bolcheviques (con Lenin a la cabeza) y los mencheviques. Luxemburgo criticaba la idea de Lenin de construir un partido altamente centralizado. “Sus argumentos –característicos de toda su obra– eran la iniciativa independiente, la propia actividad de los trabajadores, su capacidad de aprender, por medio de su propia experiencia y sus propios errores, la necesidad de una organización democrática de base amplia” (Bottomore, 1984, p. 470). Sin embargo, luego de la Revolución rusa de 1905 aceptó, con ciertas reservas, el punto de vista de los bolcheviques.

Rosa Luxemburgo fue arrestada en marzo de 1906 en Varsovia debido a que un diario conservador alemán denunció su presencia en esa ciudad. Sin embargo, fue liberada en julio del mismo año, luego de fuertes presiones por parte de la SDKPiL. Se le permitió salir de Varsovia, con lo cual pudo viajar a Finlandia para reunirse con Lenin, Zinoviev, Kamenev y otros dirigentes bolcheviques. En Finlandia aprovechó su tiempo de recuperación –su salud había decaído durante su estancia en la cárcel– para escribir Huelga de masas, partido y sindicatos. Con este libro, Luxemburgo busca “interpretar para los obreros alemanes los acontecimientos de [la Revolución rusa de] 1905-1906 y extraer de ellos enseñanzas para el futuro de la lucha de clases en Alemania” (Watters, 1979, p. 237).

En Huelga de masas, partido y sindicatos, Luxemburgo hace una defensa de la huelga de masas como mecanismo de lucha, critica la posición conservadora de los sindicatos y aclara la relación que debe haber entre ellos y el Partido Socialista. Este libro generó mucha polémica. Por un lado, los marxistas llamados “ortodoxos” lo tomaron como una desviación del marxismo y, por otro, los casi olvidados anarquistas lo consideraron como una reivindicación del anarquismo. Esta discusión se mantuvo hasta hace unas décadas (véase el libro de Daniel Guérin, Rosa Luxemburg y la espontaneidad revolucionaria) y aún ahora se sigue discutiendo la posición ideológica de Rosa Luxemburgo. Sin embargo, muy a pesar de reformistas, revisionistas y anarquistas como Guérin, Rosa Luxemburgo fue definidamente marxista. Franz Mehring decía que ella era el más genial discípulo de Marx. Rosa Luxemburgo fue marxista por su concepción del mundo, por su método y por su militancia en el socialismo comunista. Si bien se equivocó en varios análisis y propuestas, fue en sus nueve décimas partes marxista, utilizando una expresión de Lenin. La defensa de Luxemburgo como marxista la hizo ya hace décadas Georg Lukács, enfatizando los mismos puntos.

El 15 de noviembre  de 1906 se inauguró la escuela del SPD. En un inicio, Rosa Luxemburgo no dictaba clases; pero debido a que la policía ordenó el cese de actividades de dos profesores por no ser alemanes, ella pasó a enseñar a fines de 1907. En la escuela, Luxemburgo se hizo cargo del curso de economía hasta que la escuela cerró, en el año 1914. Sus cursos de economía fueron recopilados y publicados en un solo tomo titulado Introducción a la economía política. El texto más difundido es el primer capítulo del libro: “¿Qué es la economía?”.

En 1907, se realizó en Stuttgart el VII Congreso de la Segunda Internacional. En este Congreso participaron conocidos dirigentes socialistas como Plejánov y Lenin (Rusia); Hervé y Jaurés (Francia); Vandervelde (Bélgica); Bebel, Luxemburgo y Zetkin (Alemania); entre otros. Uno de los puntos de discusión fue el de la guerra. Bebel propuso una moción, la misma que fue aprobada con una enmienda, redactada por Lenin, Martov y Luxemburgo. En este Congreso, Lenin y Rosa Luxemburgo coincidieron en plantear una posición internacionalista proletaria frente a la guerra.

Rosa Luxemburgo también participó en el VIII Congreso de la Segunda Internacional, realizado en Copenhague (1910), en el que se discutieron temas como la relación entre las cooperativas y los partidos, el paro forzoso, la guerra, etc. En ese mismo año, Luxemburgo comienza su polémica con Kautsky, veterano del socialismo alemán. Fue una polémica que un año más tarde daría origen a dos tendencias en el SPD. En el Congreso del SPD realizado en Jena (1911) ya se notaban dos tendencias más o menos definidas: una “reformista”, representada por Kautsky; y otra “radical”, representada por Luxemburgo, Zetkin y Liebknecht. En este mismo Congreso, Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin criticaron la dirección del Partido por no tener una posición firme contra el imperialismo alemán.

En 1912, Rosa Luxemburgo participó en el Congreso extraordinario de la Segunda Internacional, realizado en Basilea. La mayoría de delegados pregonaban y arengaban el internacionalismo proletario, pero finalmente claudicaron ante la guerra. Este Congreso marcaría el fin de la Segunda Internacional.


Al año siguiente, en 1913, Rosa Luxemburgo publicó La acumulación del capital. “La peculiaridad expositiva de este libro –dice Lukács (1975)– consiste en que en su mayor parte está dedicado a investigaciones de historia de los problemas tratados. No sólo porque el análisis marxiano de la reproducción simple y de la reproducción ampliada es el punto de partida de la investigación como tal y abre además el tratamiento temático definitivo del problema mismo. Sino, además, porque el núcleo del libro es el análisis, casi de historia de la literatura del tema, por así decirlo, de las grandes discusiones respecto de la acumulación: la discusión de Sismondi con Ricardo y su escuela, la de Rodbertus con Kirchmann, la de los narodniki con los marxistas rusos” (p. 36). Y agrega que “también por ese modo de exposición se encuentra Rosa Luxemburg dentro de la tradición marxiana. El estilo de su composición indica incluso una nueva vuelta al marxismo originario y sin falsear, al tipo de exposición del propio Marx” (ídem).

A fines de 1914, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Leo Jogiches, Fran Mehring, Karl Liebknecht, Julián Marchlewski y Guillermo Pieck fundaron el Grupo “La Internacional”, el cual hizo propaganda contra el imperialismo alemán y su participación en la guerra y denunció la traición de los líderes de la socialdemocracia al apoyar la guerra. Al año siguiente, en el mes de febrero, Luxemburgo fue apresada por haber pronunciado un discurso antibélico en 1914. Mientras estaba en la cárcel redactó el llamado Folleto Junius, que lleva por subtítulo “La crisis de la socialdemocracia alemana”. Luego de diversas dificultades, pudo sacarlo de prisión, pero recién se pudo publicar en 1916. Asimismo, redactó unas “Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional” para presentarlas en la Conferencia de Zimmerwald; pero no pudo sacar el documento de prisión debido a un error de información sobre la fecha del evento.

En setiembre de 1915 se realizó la famosa Conferencia de Zimmerwald (Suiza), en la que participaron delegaciones de los grupos de oposición, así como los partidos socialistas no oficiales, que se mantuvieron fieles a los principios socialistas. Lo más resaltante de esta conferencia fue la formación de la llamada “izquierda de Zimmerwald”, que quedó en minoría (proponía romper con los “socialpatrioteros” y crear una Tercera Internacional). Este grupo, liderado por Lenin, acordó publicar un documento en minoría y un periódico, Vorbote (El Precursor), cuyo primer número aparecería en enero de 1916. Rosa Luxemburgo no pudo participar en la Conferencia debido a que estaba en prisión, al igual que Clara Zetkin; sin embargo, ambas colaboraron activamente con la “Izquierda de Zimmerwald”.

En 1916, el Grupo “La Internacional” comenzó a publicar su periódico Cartas de Espartaco, que era editado por Franz Mehring. En enero del mismo año, el Grupo “La Internacional” adoptó la denominación de Grupo Espartaco y más tarde, en 1918, la de Liga Espartaco. En abril de 1916 se publicó el Folleto Junius, la primera declaración política del Grupo Espartaco. Este texto tuvo un gran impacto a nivel internacional, especialmente en Rusia, que se encontraba en la víspera de la revolución. Lenin, líder de los bolcheviques, escribió en julio de 1916 una crítica de dicho documento, en la que mencionó que “de conjunto el Folleto Junius es un espléndido trabajo marxista”. A su vez, Lenin hace ver dos errores: “el error de afirmar que no habría más guerras nacionales y el error de hacer la menor concesión a la consigna ‘defensa de la patria’” (Watters, 1979, p.70).

En 1917 se llevó a cabo la Revolución rusa, el más grande acontecimiento del siglo XX. Rosa Luxemburgo no se mantuvo ajena a este acontecimiento. Desde febrero de 1917 hasta noviembre de 1918 redactó una serie de escritos que pretendían poner al servicio de los obreros alemanes las enseñanzas de la Revolución rusa. Debido a la represión del gobierno, no llegaba a Alemania mucha información fidedigna de la situación en Rusia; por lo que varias de las afirmaciones que hizo en sus escritos no correspondían exactamente con la situación de la revolución. Por eso también, Luxemburgo nunca los publicó ni intentó hacerlo. Fue Paul Levi (militante de la Liga Espartaco y del Partido Comunista y luego disidente), luego de ser expulsado del Partido Comunista de Alemania (KPD), quien publicó por su cuenta en 1922 los escritos de Luxemburgo con el título La Revolución rusa.


En 1918, la ahora Liga Espartaco vio la necesidad de formar un partido comunista. Con ese fin se realizó un Congreso entre el 30 de diciembre de 1918 y el 1 de enero de 1919, en el que se fundó el Partido Comunista de Alemania (KPD). Inmediatamente, planificaron un levantamiento contra el nuevo gobierno, dirigido por la socialdemocracia. Lamentablemente, el 13 de enero el levantamiento fue aplastado y los líderes del KPD fueron cruelmente asesinados: Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y, luego, Leo Jogiches.

“Rosa Luxemburgo –escribió Lenin– se equivocó respecto de la independencia de Polonia; se equivocó en 1903 en su análisis del menchevismo; se equivocó en la teoría de la acumulación de capital; se equivocó en junio de 1914 cuando, junto con Plejánov, Vandervelde, Kautsky y otros abogó por la unidad de bolcheviques y mencheviques; se equivocó en lo que escribió en prisión en 1918 (corrigió la mayoría de estos errores a fines de 1918 y comienzos de 1919 cuando salió en libertad). Pero, a pesar de sus errores fue –y para nosotros sigue siendo– un águila” (en Luxemburgo, 1979, pp. 333-334). Esto quiere decir que, a pesar de sus errores, Rosa Luxemburgo vio más lejos que muchos de sus compañeros, fue líder indiscutible del socialismo polaco y alemán; y sobre todo, fue marxista, una ferviente luchadora por la consecución del comunismo.

Rosa Luxemburgo es un gran ejemplo de una comunista militante, de una luchadora por el socialismo y el comunismo. Su vida entera dedicada a la lucha por la revolución debe ser un modelo para todos los jóvenes que queremos transformar la explotadora y salvaje sociedad capitalista en una nueva sociedad comunista.


Bibliografía

- Beer, Max (1940). Historia general del socialismo y de las luchas sociales. Tomo II. México D. F.: A. P. Márquez.
- Bottomore, Tom [Dir.] (1984). Diccionario del pensamiento marxista. Madrid: Tecnos.
- Guérin, Daniel (s. f.). Rosa Luxemburg y la espontaneidad revolucionaria. Buenos Aires: Utopía Libertaria.
- Lukács, Georg (1975). Historia y conciencia de clase. Barcelona: Grijalbo.
- Luxemburgo, Rosa (1967). Reforma o revolución. México D. F.: Grijalbo.
- -------------- (1970). Huelga de masas, partido y sindicato. México D. F.: Grijalbo.
- -------------- (1979). Obras escogidas. 2 tomos. Bogotá: Pluma.

sábado, 14 de enero de 2012

CLARA ZETKIN

Frente a una sociedad machista y explotadora como es el capitalismo, muchas mujeres en todo el mundo lucharon por que se las considere como ciudadanas con iguales derechos que los varones. Muchas de ellas se sumaron a los movimientos llamados feministas. Sin embargo, hubo otro grupo de mujeres que se dio cuenta de que el problema de fondo no era la “tiranía del varón”, sino algo más grande: la explotación del sistema capitalista. Por eso, plantearon que la lucha de la mujer debe estar necesariamente dentro de la lucha de clases. En esta línea se ubica Clara Zetkin, una revolucionaria alemana que dio todas sus energías en la lucha por una sociedad nueva y distinta de la actual, más justa y donde no exista la explotación del hombre por el hombre.

Clara Zetkin, cuyo nombre de soltera fue Clara Eissner, nació el 5 de julio de 1857 en la localidad de Wiederau, Sajonia (Alemania). Su padre fue un maestro rural. Entre los 19 y 21 años (otros señalan entre los 17 y 20 años) cursó estudios de magisterio en un instituto de Leipzig, donde se contactó con estudiantes rusos exiliados y conoció las ideas socialistas. Entre los estudiantes se encontraba Ossip Zetkin, un socialista ruso que luego sería su esposo y con el que tendría dos hijos.

En 1878, a la edad de 21 años, Clara Zetkin inició su militancia en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD, por sus siglas en alemán). Nicolás Bujarin comenta esta etapa de la revolucionaria alemana: “Todavía era una muchacha, con una cara altiva, orgullosa y enérgica, cuando entró a la filas de la socialdemocracia alemana; era por los tiempos en que los látigos y los escorpiones de la ley de Bismarck contra los socialistas se clavaban en el cuerpo del Partido. La socialdemocracia alemana vivía el periodo histórico de su historia. Era un partido puesto fuera de la Ley. Las celdas de las cárceles albergaban a sus miembros más activos. Eran tiempos de lucha y de confianza en el triunfo. Y Clara, plena de juventud, se lanzó alegremente al movimiento obrero. Se incorporó a él para no abandonarlo ya en toda su vida, como el más fiel de los fieles y verdaderos revolucionarios” (1).

Al ser declarado ilegal el PSD, Clara y Ossip Zetkin se trasladaron a Zurich y luego a París. En Zurich, Clara conoció a George Plejánov y Vera Zasúlich y recibió sus primeras clases de marxismo de parte de Eduard Bernstein. En París conoció a Louis Michel, a las hijas de Marx (Jenny y Laura) y a notables socialistas como Eugene Pottier (autor de la letra de La Internacional), Paul Lafargue, Jules Guesde, entre otros. Allí también conoció y colaboró con Julius Mottelert, quien trasladaba clandestinamente el órgano del Partido Socialista de Francia a Alemania. Durante su estancia en la capital francesa, Clara Zetkin también participó activamente en la fundación de la II Internacional (1889) y en las actividades de esta.

Ossip Zetkin, esposo y compañero de lucha de Clara, falleció en enero de 1889 a causa de tuberculosis, pese a lo cual Clara Zetkin siguió con su labor revolucionaria. Así, en 1890, tras la derogación de las “leyes antisocialistas”, regresó a Alemania, donde fundó y dirigió el periódico Die Gleichheit (“La Igualdad”) desde 1891 hasta 1917. En 1907, el periódico pasaría a ser el órgano oficial de la Internacional de Mujeres Socialistas, fundada ese mismo año.

En 1893, Clara Zetkin participó en el III Congreso de la II Internacional, celebrado en Zurich, donde pudo reunirse con August Bebel y Friedrich Engels, veteranos revolucionarios alemanes. En el Congreso de Stuttgart (1898) del Partido Socialdemócrata, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo se encontraron por primera vez y a partir de ese momento comenzarían a trabajar juntas. Rosa Luxemburgo era una activa militante del Partido Socialdemócrata y llegaría a ser uno de los líderes de la Liga Espartaco, antecedente del Partido Comunista de Alemania. “Esta dirigente del movimiento obrero revolucionario –señala Bujarin– era, a pesar de todos sus errores, uno de los mayores talentos del proletariado internacional y una de las figuras más descollantes entre las ilustres mujeres que militaban en él” (2). Por este motivo, Clara Zetkin se sintió estrechamente unida a Rosa Luxemburgo: no solo tenían la misma ideología, sino también la misma fuerza revolucionaria para luchar contra el capitalismo.

En 1896, en el Congreso del PSD realizado en Gotha, Clara presentó por primera vez un informe partidario sobre la situación de la mujer y el voto femenino. En 1899, Clara se casó con el pintor George Friedrich Zundel, del que se separará poco tiempo después.

En el año 1907, Clara Zetkin junto a otras mujeres socialistas impulsó y organizó la conferencia en la que se fundaría la Internacional de Mujeres Socialistas (o Internacional Femenina, como también se le conoce). En dicha conferencia, realizada en Stuttgart, se pronunciaron por el derecho al voto de las mujeres, por la lucha en pro del mantenimiento de la paz, y por los seguros sociales y medicinas para las mujeres y niños. Clara Zetkin sería elegida Secretaria de la Internacional de Mujeres en el Congreso de Copenhague (1910).


En 1907 también se realizó es Stuttgart el VII Congreso de la II Internacional, en el que participaron Plejánov y Lenin de Rusia; Hervé y Jaurés de Francia; Vandervelde de Bélgica; Bebel, Luxemburgo y Zetkin de Alemania; entre otros. En este Congreso fue que Clara Zetkin conoció por primera vez a Lenin. Ella misma nos recuerda este suceso de la siguiente manera: “Rosa Luxemburgo, con su ojo certero de artista para todo lo característico, me señaló a Lenin, diciéndome: ‘¡Fíjate bien en él! Es Lenin. Observa su cabeza voluntariosa y tenaz. Es una cabeza de aldeano auténticamente ruso, con ligeras líneas asiáticas. Esa cabeza se ha propuesto derribar una muralla. Acaso se estrelle, pero no cederá jamás’” (3).

Algunos de los temas que se debatieron en el Congreso fueron la guerra y el sufragio femenino. Con respecto al primer punto, se aprobó la propuesta de August Bebel (“la acción contra el militarismo no puede ser separada del conjunto de la acción contra el capitalismo”) con algunas modificaciones hechas por Lenin, Rosa Luxemburgo y Mártov. Con respecto al voto femenino, el Congreso asumió las resoluciones de la Conferencia de la Internacional de Mujeres Socialistas, realizada ese mismo año.

En el año 1910 se realizaron dos eventos importantes para el movimiento obrero internacional. El primero de ellos fue el VIII Congreso de la II Internacional, realizado en Copenhague, en el cual se discutieron temas como la relación entre las cooperativas y los partidos, el paro forzoso, la guerra, etc. El segundo evento, quizá el más trascendente, fue la II Conferencia de la Internacional de Mujeres Socialistas, realizada también en Copenhague. Como se sabe, fue en esta conferencia que se determinó que el 8 de marzo de todos los años sea considerado como el “Día Internacional de la Mujer”. Al respecto, el periodista César Lévano señala lo siguiente:

“El acuerdo, consagrado hoy a escala mundial, fue propuesto por las grandes revolucionarias Clara Zetkin y Käte Duncker. La idea acogía el proyecto de las socialistas estadounidenses, que querían homenajear a las 189 obreras asesinadas –sí, asesinadas– por el dueño de la fábrica textil Sirtwood Cotton de Nueva York.

“...El acuerdo de Copenhague abrió una etapa en la lucha por los derechos de la mujer, como parte de la lucha del género humano por un mundo justo. La resolución explicaba que la agitación de loa derechos femeninos debería servir a la lucha por la paz, la democracia y el socialismo” (4).

Por el año 1911, las diferencias al interior del Partido Socialdemócrata de Alemania comenzaron a agudizarse. Se podría identificar dos posiciones: una “reformista”, representada por Kautsky; y otra “radical”, representada por Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin. En el Congreso realizado en Jena (1911), Zetkin y Luxemburgo criticaron la dirección del Partido por mostrar una “falta de compromiso en contra del Imperialismo alemán” (5).

A fines de 1914, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, Franz Mehring, Karl Liebknecht, Leo Jogiches, Julián Marchlewski y Guillermo Pieck fundaron el Grupo “La Internacional”. Este grupo hizo propaganda contra el imperialismo alemán y la guerra; y denunció la traición de los líderes de la socialdemocracia alemana al apoyar la guerra, pues esta era una forma de expansión del imperialismo.

Entre el 26 y 28 de marzo de 1915, en la ciudad de Berna (Suiza), se realizó la III Conferencia de la Internacional de Mujeres Socialistas. Se reunieron 70 delegadas de ocho países de Europa. Una de las resoluciones de la Conferencia fue la condena a la guerra con la consigna: “Guerra a la guerra”. Por este motivo, Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo fueron encarceladas entre julio y octubre de 1915.

En setiembre de ese mismo año, se realizó la famosa Conferencia de Zimmerwald (Suiza). A la Conferencia asistieron representantes de Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Rusia, Rumania, Bulgaria, Polonia, Suiza, Noruega y Holanda. La mayoría de delegaciones estaba conformada por grupos de oposición o por los partidos socialistas no oficiales, que se mantuvieron fieles a los principios socialistas.

En la Conferencia se notaron tres tendencias: una mayoritaria, que estaba a favor de la paz, pero que negaba la posibilidad de romper con la II Internacional; una minoritaria, liderada por Lenin y que planteaba la ruptura con los “socialpatrioteros” y la creación de una III Internacional; y una tercera tendencia, de posiciones intermedias, en la que se encontraba Trotsky, entre otros. Lo más significativo de esta Conferencia fue la formación de la llamada “izquierda de Zimmerwald”. Este grupo acordó publicar un documento en minoría y un periódico, Vorbote (“El Precursor”), cuyo primer número aparecería en enero de 1916.

Clara Zetkin no pudo asistir a la Conferencia de Zimmerwald debido a que estaba en la cárcel. Sin embargo, colaboró activamente con la “Izquierda de Zimmerwald”.

En 1915, el Grupo “La Internacional” publicó unas “hojas políticas” y en 1916 comenzaró a publicar su periódico Cartas de Espartaco, que fue editado por Franz Mehring. En enero de este año, el Grupo “La Internacional” adoptó la denominación de Grupo Espartaco y más tarde, en 1918, la de Liga Espartaco. El 14 de diciembre del mismo año, publicó su programa.

El triunfo de la Revolución de octubre de 1917 estremeció a todo el mundo e imprimió nuevas fuerzas en el movimiento revolucionario internacional. Era una prueba de que el triunfo del socialismo y el comunismo sí era posible.

Clara Zetkin no fue ajena a este entusiasmo general y, aprovechando este acontecimiento, hizo un llamado a persistir en la lucha: “La Rusia socialista y soviética será para nosotros un símbolo, una esperanza y una garantía del advenimiento de los tiempos nuevos que surgirán del caos de la sociedad burguesa. El proletariado combatiente de la Alemania revolucionaria debe construir un puente a través del cual el fuego purificador de la revolución, destructor del capitalismo, se extenderá de Oriente a Occidente. ¡Preparémonos! ¡Pongamos en tensión nuestros músculos en el trabajo y en la lucha, a fin de que la obra se convierta en espíritu y el espíritu en obra! ¡Espartaco, levanta más alto la bandera! ¡Esclavos, adelante! ¡Todo por la revolución! ¡Todos por la revolución!” (6).

La Liga Espartaco tuvo una activa participación en la llamada Revolución de noviembre de 1918 en Alemania, que se inició con la insurrección de la Marina de Guerra. “Se sublevaron la Armada y el Ejército. El príncipe Max de Baden entregó el poder a Federico Ebert, hombre de confianza del Partido Socialdemócrata. Abdicó el emperador y se refugió en Holanda. Scheidmann proclamó la República alemana. La Revolución triunfó en Alemania pacíficamente, como había triunfado en Austria” (7). Sin embargo, el siguiente paso era resolver una cuestión que determinaría la posición de la socialdemocracia alemana: “reforma burguesa o revolución proletaria”. Finalmente, la socialdemocracia se decidió por la primera opción, lo cual generó que continuaran las protestas en Alemania.

En el Congreso realizado del 30 de diciembre de 1918 al 1 de enero de 1919, los espartaquistas fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD, por sus siglas en alemán). Inmediatamente, planificaron un levantamiento, con la consigna de “dictadura del proletariado”, en contra del nuevo gobierno, que era dirigido por la socialdemocracia. Lamentablemente, el 13 de enero el levantamiento fue aplastado y los líderes del Partido Comunista fueron cruelmente asesinados: Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht, Kurt Eisner y, luego, Leo Jogiches. Frente a esta situación, Clara Zetkin, que también participó en el levantamiento, mostró una férrea voluntad revolucionaria al proclamar: “No lloraremos a nuestros maestros, hay que luchar”(8).

En el año 1920, Clara Zetkin desempeñó diversas funciones: formó parte del Comité Central del Partido Comunista, del Comité Ejecutivo de la III Internacional o Internacional Comunista (constituida el año anterior en Moscú), y fue elegida para el Parlamento Alemán (Reichstag). Por eso, en este periodo, su actividad revolucionaria se hará más intensa. Escribe en varios periódicos, interviene en numerosas campañas de agitación, participa en los Congresos y Conferencias de la Internacional, realiza viajes a diversos lugares de Europa, entre otras actividades. Es en este año que, con motivo del II Congreso de la Internacional, visita por primera vez la Rusia soviética.

En 1921, el Partido Comunista de Alemania intenta hacer una nueva insurrección. La fracción izquierdista del Partido creía que ya era momento de hacer la revolución y que solo era necesario una acción de parte de la vanguardia para levantar al pueblo. Clara Zetkin y Paul Levi se opusieron a tal acción y, como lo previeron, el putch terminó en desastre. Por eso, ambos plantearon que el KPD debía hacer un mayor trabajo de masas, trabajo en los sindicatos, etc., propuestas que luego se integrarían en la política de frente único. Sin embargo, por discrepancias en el Partido, Paul Levi sería expulsado.

A partir de ahí, Clara Zetkin trabajará por la recuperación de las fuerzas del Partido Comunista y desempeñará diversas funciones a nivel nacional e internacional, como la presidencia del Socorro Rojo Internacional (1924). Su última gran actuación se dio el 30 de agosto de 1932. A sus 75 años fue elegida una vez más para el Parlamento Alemán (Reichstag) y, por su edad, debía abrir la primera sesión. Clara Zetkin aprovechó la ocasión para denunciar la política de Adolf Hitler y el Partido Nazi, y para exigir la creación de un frente proletario para luchar contra el nazi-fascismo.

Calra Zetkin falleció un año después, el 20 de junio de 1933, en un sanatorio de Archangelskoje, cerca de Moscú. Sus restos fueron depositados en las murallas del Kremlin. De sus 76 años de vida, dedicó más de cincuenta a la lucha del proletariado por conseguir la sociedad comunista, en la que no existan “ni explotados ni explotadores”. Ella fue consecuente con su propuesta al dar “todo por la revolución”, al convertir “la obra en espíritu y el espíritu en obra”. Clara Zetkin no titubeó cuando decidió dedicar su vida a la revolución; lo aceptó como algo natural. “Para Clara, la lucha revolucionaria fue desde el primer día una necesidad vital; ella no ‘sacrfificaba’, realmente, nada a la revolución, pues no es sacrificio abrazar aquello sin lo que no se puede vivir. Luchó toda su vida en las filas del proletariado; pero para ella luchar era vivir, y la lucha regaba de sangre su cálido corazón y su brillante espíritu”(9).

Clara Zetkin nos enseñó que no se puede ser indiferente ante la injusticia y la explotación del sistema capitalistas y, sobre todo, nos enseñó que la revolución comunista es una necesidad vital por la cual debemos luchar con dedicación y esfuerzo. Hoy más que nunca, su fervoroso llamado se hace presente: ¡Todo por la revolución! ¡Todos por la revolución!


Notas

(1) Bujarin, Nicolás. “Clara Zetkin”, en Zetkin, Clara (1968). Recuerdos de Lenin. México D. F.: Grijalbo, p. 10.

(2) En Zetkin, Ob. cit., p. 12.

(3) Zetkin, Ob. cit., p. 24.

(4) Lévano, César. “El sí de las mujeres”, en el diario La Primera (Lima-Perú), 08.03.09.

(5) Cf. “Clara Zetkin”, en http.://www.spartacus.schoolnet.uk/GERZetkin.htm.

(6) Cf. “Clara Zetkin y el apogeo del feminismo socialista y comunista”, en http.://www.nodo50.org.

(7) Beer, Max (1940). Historia general del socialismo y de las luchas sociales. México D. F.: A. P. Márquez, p. 258.

(8) Clara Zetkin escribió un artículo tras la muerte de su amiga y camarada Rosa Luxemburgo, que fue publicado por primera vez en la revista The Communist Internacional, Nº 5, 1 de setiembre de 1919. Puede revisarlo en http://www.marxist.org.

(9) Bujarin, Ob. cit., p. 10.


Bibliografía

- Beer, Max (1940). Historia general del socialismo y de las luchas sociales. México D. F.: A. P. Márquez.

- Departamento Soglomundo (1969). Congresos de las Internacionales Socialistas. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

-Lévano, César. “El sí de las mujeres”, en el diario La Primera (Lima-Perú), 08.03.09.

- Zetkin, Clara (1968). Recuerdos de Lenin. México D. F.: Grijalbo

En la web:

- “Clara Zetkin”, en http.://www.spartacus.schoolnet.uk.

- “Clara Zetkin”, en http://www.marxist.org.

- “Clara Zetkin, socialista y feminista alemana”, en http://www.mujeres-riot.webcindario.com.

- “Clara Zetkin y el apogeo del feminismo socialista y comunista”, en http.://www.nodo50.org.