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Engels se hizo partidario de la doctrina de Hegel, que predominaba en la filosofía alemana de aquella época. Hegel planteaba que en el mundo transcurre un proceso constante de cambio y desarrollo. A pesar de que la doctrina de Hegel era idealista (ya que trataba del desarrollo del espíritu y de las ideas), era también revolucionaria, pues planteaba el cambio de las cosas. Las cosas no son inmóviles, absolutas, las cosas cambian constantemente, se desarrollan. Frente a la idea escolástica de que todo permanece estático, la doctrina de Hegel plantea un cambio constante de las cosas. Ahí residía su carácter revolucionario. Eso hizo que Marx y Engels tomaran la idea del perpetuo desarrollo y lo extendieran al análisis de la sociedad: “Si todo el mundo se desarrolla, si unas instituciones sustituyen a otras, ¿por qué han de perdurar eternamente la autocracia del rey prusiano o del zar ruso, el enriquecimiento de una minoría insignificante a expensas de la enorme mayoría, el dominio de la burguesía sobre el pueblo?” (Lenin, p. 41). Eso sí, desecharon todo el idealismo presente en la dialéctica de Hegel y le dieron una base materialista. A diferencia de Hegel y los hegelianos de izquierda, Marx y Engels se hicieron materialistas por influencia del filósofo alemán Ludwig Feuerbach, quien fue uno de los primeros en romper con la tradición idealista de la filosofía alemana. Sin embargo, el materialismo de Feuerbach era aún limitado: era un materialismo mecanicista. Así, Marx y Engels tomaron la dialéctica de Hegel, desechando su idealismo, y el materialismo de Feuerbach, eliminando su razonamiento mecánico; y analizaron la realidad desde una perspectiva dialéctica y materialista.
En 1842, Engels se trasladó a Manchester, Inglaterra, como empleado de una firma comercial de la que su padre era accionista. Allí recorrió los barrios donde se albergaba a los obreros y comprobó la miseria y las calamidades que padecían. Indignado por las escenas que presenció, se dedicó a analizar las causas de este hecho. Durante veintiún meses leyó y estudió minuciosamente todo sobre la clase obrera inglesa. Como resultado de este estudio apareció, en 1845, su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra. En este libro, Engels plantea dos ideas fundamentales: 1) El proletariado no solo constituye una clase que sufre, sino que justamente su situación económica le impulsa a luchar por su emancipación definitiva; y 2) El socialismo sólo se transformará en una fuerza cuando se convierta en el objetivo de la lucha política de la clase obrera (Cf. Lenin, p. 43). Este libro tiene una gran importancia por ser la primera obra económica de las escritas por Marx y Engels y por demostrar la importancia capital que tiene la economía política para el comunismo. Además, Engels, a pesar de ser menor que Marx, fue el primero de los dos en llamarse abiertamente comunista y en declarar la necesidad de una revolución para eliminar la propiedad privada.
En 1844, al pasar por París de regreso a Alemania, conoció a Marx personalmente, pues ya sostenía intercambio epistolar con él, quien, para entonces, ya se había hecho socialista por la influencia de los socialistas franceses. Al conocerse notaron la semejanza que había entre sus ideas. Allí comenzó una gran amistad y una sólida colaboración que perduró hasta la muerte. Ambos se complementaron perfectamente e iniciaron una relación amical en la que ninguno intentaba sobresalir más que el otro. Ambos sabían cuál era el lugar que ocupaban. Engels “poseía una cualidad esencial para mantener permanente intercambio con un hombre del temperamento de Marx: no procuraba competir con él, no mostraba deseo alguno de resistir el impacto de aquella personalidad poderosa, de conservar y retener una posición propia; por el contrario, ansiaba recibir de Marx todo su sustento intelectual, como un discípulo devoto, y recompensó al maestro con su juicio sano, su entusiasmo, su alegría y, finalmente, en el sentido más literal, proporcionándole medios de subsistencia en momentos de desesperada pobreza” (Berlin, p. 82). En la capital francesa, Marx y Engels escribieron el libro La Sagrada Familia o crítica de la crítica crítica. Esta obra es una crítica a las ideas de los hermanos Bauer y sus seguidores, conocidos como La Sagrada Familia, y contiene las bases del socialismo revolucionario-materialista. Al respecto, Stepanova menciona lo siguiente: “Al hacer la crítica de los conceptos idealistas y subjetivistas de los hermanos Bauer y sus correligionarios, que únicamente consideraban agentes de la historia a unos cuantos elegidos, Marx y Engels formularon una de las tesis principales del materialismo histórico, a saber: los auténticos artífices de la historia no son los ‘héroes’, sino las masas populares...En La Sagrada Familia se formula, ya casi ultimada, la concepción de Marx y Engels acerca de la misión histórica del proletariado. Contrariamente a los socialistas utópicos, que sólo veían en el proletariado una masa impotente y mártir, Marx y Engels consideraban que la clase obrera era una fuerza social capaz de llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad” (pp. 18-19).
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La revolución de 1848, que se dio en Francia y luego se extendió a otros países, permitió a Marx y a Engels regresar a Alemania. Allí asumieron la dirección de la Nueva Gaceta del Rin, periódico de tendencia democrática que se publicaba en la ciudad de Colonia. Sin embargo, las fuerzas reaccionarias de Alemania hicieron que se suspenda su publicación. Marx fue expulsado del país y Engels huyó a Londres, después de participar en la insurrección armada del pueblo. Pero aún en el exilio, no abandonaron el trabajo revolucionario.
Luego, Marx fue a establecerse en Londres. Engels se colocó nuevamente en la casa de comercio de Manchester para apoyar a Marx, que comenzaba a elaborar su máxima obra: El Capital. “Engels tenía plena conciencia de la extraordinaria importancia de esta obra de Marx. Se avino a tener que aceptar un trabajo terriblemente desagradable de oficinista en la firma comercial de la que era accionista su padre. Engels odiaba ese trabajo del comercio, al que llamaba maldito y de perros, a pesar de lo cual lo aceptó con el único fin de ayudar económicamente a Marx que atravesaba una situación material increíblemente difícil. Engels no sólo ayudaba a Marx con dinero; frecuentemente le escribía los artículos, hacía por él las traducciones o cualquier otro trabajo, facilitando así el trabajo de Marx” (Glasser, p. 26). Hasta 1870 Marx vivió en Londres y Engels en Manchester. Pero eso no impedía la comunicación entre ellos, pues mantenían correspondencia casi a diario. En sus cartas compartían sus ideas y conocimientos, continuando con la elaboración de la doctrina del socialismo científico. Ninguno de ellos se interesaba por los detalles de la vida privada del otro, sino que estaban completamente dedicados a la creación que venían llevando a cabo.
El 28 de setiembre de 1864, Marx fundó en Londres –y dirigió durante diez años- la Asociación Internacional de los Trabajadores, más conocida como la I Internacional. Al igual que la de Marx, la participación de Engels en esta asociación fue muy activa. La I Internacional unía a todos los trabajadores del mundo. Lamentablemente, en la década del setenta tuvo que disolverse, debido a la caída de la Comuna de París y a la escisión provocada por los bakuninistas. Después de la caída de la Comuna, la acción práctica y eficaz de la Internacional se vio cortada, lo cual impedía la movilización y dirección del movimiento obrero. Esto, a su vez, permitía que los bakuninistas dirijan la Asociación de acuerdo a sus intereses. Por todo esto, Marx tomó la decisión de disolver la I Internacional.
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A pesar de la gran capacidad intelectual que poseía Engels, siempre se posponía a Marx: “Que antes y durante los cuarenta años de mi colaboración con Marx tuve una cierta parte independiente en la fundamentación, y sobre todo en la elaboración de la teoría, es una cosa que ni yo mismo puedo negar. Pero la parte más considerable de las principales ideas directrices, particularmente en el terreno económico e histórico, y en especial su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx. Lo que yo aporté –si se exceptúa, todo lo más, dos o tres ramas especiales- pudo haberlo aportado también Marx aún sin mí. En cambio, yo no hubiera conseguido jamás lo que Marx alcanzó” (Marx y Engels, p. 639). Ambos dedicaron toda su vida y todas sus energías a la lucha revolucionaria del proletariado. Por ello, son un gran ejemplo de que un objetivo trascendente, como es contribuir al derrocamiento del capitalismo y la liberación del proletariado, dejando de lado el individualismo burgués, puede generar los más altos niveles de camaradería y trabajo colectivo, sin que por esto se limite el desenvolvimiento individual. Ellos le dieron una base científica al socialismo y demostraron el papel activo del proletariado en la transformación revolucionaria de la sociedad.
BIBLIOGRAFÍA
- BERLIN, Isaiah (1964). Karl Marx. Buenos Aires: Sur.
- GLASSER, M. (2009). Cómo estudiaban Marx, Engels y sus discípulos. Lima: Ediciones de la Letra Escarlata.
- LENIN, V. I. (s. f.). Marx, Engels, marxismo. Moscú: Progreso.
- LORA CAM, José (1986). Filosofía. Anti-mitológica, anti-teológica, anti-hermenéutica. Lima: Juan Gutemberg.
- MARX, C. y ENGELS, F. (s. f.). Obras escogidas (un solo tomo). Moscú: Progreso.
- STEPANOVA, E. (s. f.). Carlos Marx. Esbozo biográfico. Moscú: Progreso.