Rosa
Luxemburgo, marxista
“En el
espíritu de Rosa Luxemburgo el ideal socialista era una pasión avasalladora que
todo lo arrollaba; una pasión, a la par, del cerebro y del corazón, que la
devoraba y la acuciaba a crear. La única ambición grande y pura de esta mujer
sin par, la obra de toda su vida, fue la de preparar la revolución que había de
dejar el paso franco al socialismo. El poder vivir la revolución y tomar parte
en sus batallas, era para ella la suprema dicha. Con una voluntad férrea, con
un desprecio total de sí misma, con una abnegación que no hay palabras con qué
expresar, Rosa Luxemburgo puso al servicio del socialismo todo lo que era, todo
lo que valía, su persona y su vida... Por esto podía legítimamente exigir
también de los demás que lo entregaran todo, su vida incluso, en aras del
socialismo. Rosa Luxemburgo simboliza la espada y la llama de la revolución, y
su nombre se quedará grabado en los siglos como el de una de las más grandiosas
e insignes figuras del socialismo internacional”.
Clara Zetkin
Las mujeres han tenido una gran participación en la
lucha por liberar a la humanidad de la explotación capitalista. Han llegado a
ser un fuerte contingente de lucha y de dirección. Una muestra de ello es la
actividad política de Rosa Luxemburgo, una revolucionaria polaca que llegó a
dirigir la lucha del proletariado alemán. Como mencionó Lenin en alguna
oportunidad, Rosa Luxemburgo fue un águila que voló alto y pudo ver más lejos
que muchos de sus compañeros de lucha.
Rosa Luxemburgo nació el 5 de marzo de 1871 en la
aldea de Zamosc, en el sudeste de la actual Polonia (en esa época, Zamosc era
parte del Imperio ruso). Fue la más joven de los cinco hijos de una familia
judía de clase media. Cuando tenía dos años y medio, su familia se trasladó a Varsovia
(que por entonces también estaba bajo el dominio del Imperio ruso), donde Rosa
vivió durante toda su niñez. A los cinco años tuvo una enfermedad en la cadera
que, al ser tratada inadecuadamente, no pudo ser bien curada y le dejó una
cojera de por vida.
“A los trece años –menciona Mary-Alice Waters
(1979)– ingresó a la escuela secundaria para mujeres de Varsovia, hazaña
difícil para alguien de su origen, puesto que ese nivel de educación quedaba
reservado generalmente para los hijos de los funcionarios rusos. Se graduó en
1887 con excelentes calificaciones, pero se le negó la medalla de oro por su
‘actitud rebelde’ hacia las autoridades” (pp. 8-9). Fue en su época de
estudiante de la escuela secundaria en la que Rosa Luxemburgo comenzó a
participar en el movimiento revolucionario, al ingresar al Partido Proletario,
ligado al grupo Narodniki (populista) ruso. Ese fue el inicio de una carrera
política que Luxemburgo seguirá hasta la fecha de su muerte.
En 1889, tuvo que huir de Polonia por una amenaza de
arresto. Se trasladó a Zurich, donde se establecería durante nueve años. Ahí ingresó
a la Universidad, en la cual iniciaría sus estudios de matemáticas y ciencias
naturales para, luego de dos años, cambiarse a economía y política. Culminó sus
estudios en 1897 y obtuvo el doctorado en ciencias políticas con la tesis “El
desarrollo económico de Polonia”, publicada al año siguiente en Leipzig.
Por esos años, Zurich albergaba a los socialistas
exiliados de diversos países. Por ejemplo, ahí se encontraban los notables
marxistas rusos Plejánov, Axelrod y Zasúlich. Durante su estancia en dicha
ciudad, Rosa Luxemburgo participó activamente en las luchas políticas,
principalmente en las de la socialdemocracia polaca.
Fue en Zurich, durante sus épocas de estudiante,
donde Rosa Luxemburgo conoció a Leo Jogiches, destacado miembro de la
socialdemocracia polaca. Él la motivó a estudiar economía y política y a
sumergirse en el movimiento socialista. Leo Jogiches era conocido por su fama
de conspirador y su trabajo clandestino en Lituania, donde incluso había pasado
años en la cárcel. Él fue el principal organizador de la socialdemocracia
polaca.
“Rosa fue siempre escritora y agitadora. Su
actuación pública la colocaba siempre en un primer plano; pero no fue buena organizadora.
No le interesaba el funcionamiento del partido, las finanzas, la
clandestinidad, las dificultades para lograr la publicación de la literatura
partidaria y los mil y un detalles a solucionar si se quiere construir una
organización eficiente. Tales cosas eran tarea de Jogiches, de quien se dice
era una hombre competente, aunque dominador y a veces autocrático. Él se
mantuvo fuera de la luz pública, organizando el PSDPyL [Partido Socialista
Democrático de Polonia y Lituania, siglas en español], y durante la guerra la
Liga Espartaco, con callada eficiencia. Sin embargo, Jogiches era un agudo
pensador político, y fue la ‘caja de resonancia’ de Rosa durante muchos años.
Es indudable que Rosa Luxemburgo elaboró muchas de sus ideas en sus
conversaciones y debates con él, que a su vez fue su crítico más severo. Aunque
la sombra de Rosa lo ha tapado, desempeñó un papel importante en el movimiento
socialista internacional de principios del siglo XX” (Watters, 1979, p. 11).
Leo Jogiches y Rosa Luxemburgo se comprometieron en
1892 y, aunque nunca se casaron legalmente, convivieron durante quince años,
hasta 1907, fecha en que terminaron su relación matrimonial. Su relación
política y partidaria duraría toda la vida.
En 1892, Luxemburgo participó en la fundación del
Partido Socialista Polaco (PPS, las siglas se presentan en su idioma original).
Sin embargo, entró en discusiones con la dirigencia del PSP y se separó al año
siguiente para fundar, junto a otros emigrados, la Socialdemocracia del Reino
de Polonia (SDKP). Años más tarde, esta cambiaría su denominación a
Socialdemocracia del Reino de Polonia y Lituania (SDKPiL) –o Partido Socialista
Democrático de Polonia y Lituania (SPDPiL), como también se le conoce–.
Rosa Luxemburgo solicitó participar en el III Congreso
de la Segunda Internacional (Zurich, 1893) como representante de una tendencia
polaca, pero el PSP –con el cual Luxemburgo debatía la cuestión del
nacionalismo– presionó para que no se acepte dicha solicitud. Sin embargo, para
el IV Congreso (Londres, 1896) ya nadie cuestionaba su participación, pues
todos reconocían su notable actividad política. Rosa Luxemburgo se había ganado
un espacio en el movimiento revolucionario internacional.
En 1898, Rosa Luxemburgo se trasladó a Alemania.
Como era extranjera, no podía desarrollar tranquilamente su actividad política.
Así que solucionó este problema casándose con un alemán, Gustav Lubeck, hijo de
un viejo amigo. De esta manera, obtuvo la ciudadanía alemana de por vida. Rosa
y Gustav “se separaron en la puerta del Registro Civil” (Watters) y obtuvieron
el divorcio cinco años después.
En Alemania se sumó al trabajo del Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD) y participó en el Congreso de Stuttgart (1898),
donde conoció a Clara Zetkin, dirigente de la organización femenina del SPD.
Clara y Rosa se complementaron desde el principio y lucharon juntas por la
revolución, rechazando toda posición revisionista y reformista.
En 1899, un año después del Congreso de Stuttgart,
Rosa Luxemburgo publicó su libro Reforma
o revolución, en el cual criticaba duramente la posición revisionista que
adoptó Eduard Bernstein. En diversos artículos publicados en la revista Die Neue Zeit (Los Tiempos Nuevos) y en su libro Presupuestos del socialismo, Bernstein planteó su teoría de la “adaptación”
del capitalismo (según la cual, era imposible la destrucción del capitalismo) y
de la progresión lenta y tranquila al socialismo mediante las reformas
sociales. “El continuo desarrollo de la sociedad –menciona Bernstein– hace
improbable su completo y casi general colapso del actual sistema de producción
porque el desarrollo capitalista aumenta por una parte su capacidad de
adaptación y por la otra, simultáneamente, la diferenciación de la industria”
(citado por Luxemburgo, 1967, p. 16).
Rosa Luxemburgo criticó todos los argumentos
revisionistas de Bernstein mediante el método marxista –como lo demuestra
Lukács en su libro Historia y conciencia
de clase–, es decir, abarcando el problema de la economía y la política en
su totalidad y no de manera atómica. Así, no contrapone mecánicamente “reforma”
y “revolución”, sino que muestra que ambas son factores de un mismo proceso.
“Entre las reformas sociales y la revolución –menciona Luxemburgo (1967)–
existe para la socialdemocracia un lazo indisoluble: la lucha por las reformas
es su medio; la revolución social, su fin” (p. 9). Fue tal la fuerza del ataque
al revisionismo y la defensa del socialismo, que Reforma o revolución es “quizás todavía la mejor respuesta general
marxista al reformismo” (Bottomore, 1984, p. 469).
A partir de 1900, Rosa Luxemburgo comenzó a
colaborar con la revista Die Neue Zeit.
En 1903 participó en el Congreso de Dresde del SPD, por lo que el Gobierno la
condena a tres años de prisión. No obstante, pudo escribir y publicar al año
siguiente (1904) su artículo Problemas
organizativos de la socialdemocracia rusa, en el que intervenía en la
discusión entre los bolcheviques (con Lenin a la cabeza) y los mencheviques.
Luxemburgo criticaba la idea de Lenin de construir un partido altamente
centralizado. “Sus argumentos –característicos de toda su obra– eran la
iniciativa independiente, la propia actividad de los trabajadores, su capacidad
de aprender, por medio de su propia experiencia y sus propios errores, la
necesidad de una organización democrática de base amplia” (Bottomore, 1984, p.
470). Sin embargo, luego de la Revolución rusa de 1905 aceptó, con ciertas
reservas, el punto de vista de los bolcheviques.
Rosa Luxemburgo fue arrestada en marzo de 1906 en
Varsovia debido a que un diario conservador alemán denunció su presencia en esa
ciudad. Sin embargo, fue liberada en julio del mismo año, luego de fuertes
presiones por parte de la SDKPiL. Se le permitió salir de Varsovia, con lo cual
pudo viajar a Finlandia para reunirse con Lenin, Zinoviev, Kamenev y otros
dirigentes bolcheviques. En Finlandia aprovechó su tiempo de recuperación –su
salud había decaído durante su estancia en la cárcel– para escribir Huelga de masas, partido y sindicatos.
Con este libro, Luxemburgo busca “interpretar para los obreros alemanes los
acontecimientos de [la Revolución rusa de] 1905-1906 y extraer de ellos
enseñanzas para el futuro de la lucha de clases en Alemania” (Watters, 1979, p.
237).
En Huelga de
masas, partido y sindicatos, Luxemburgo hace una defensa de la huelga de
masas como mecanismo de lucha, critica la posición conservadora de los
sindicatos y aclara la relación que debe haber entre ellos y el Partido
Socialista. Este libro generó mucha polémica. Por un lado, los marxistas
llamados “ortodoxos” lo tomaron como una desviación del marxismo y, por otro, los
casi olvidados anarquistas lo consideraron como una reivindicación del
anarquismo. Esta discusión se mantuvo hasta hace unas décadas (véase el libro
de Daniel Guérin, Rosa Luxemburg y la
espontaneidad revolucionaria) y aún ahora se sigue discutiendo la posición
ideológica de Rosa Luxemburgo. Sin embargo, muy a pesar de reformistas,
revisionistas y anarquistas como Guérin, Rosa Luxemburgo fue definidamente
marxista. Franz Mehring decía que ella era el más genial discípulo de Marx.
Rosa Luxemburgo fue marxista por su concepción del mundo, por su método y por
su militancia en el socialismo comunista. Si bien se equivocó en varios
análisis y propuestas, fue en sus nueve décimas partes marxista, utilizando una
expresión de Lenin. La defensa de Luxemburgo como marxista la hizo ya hace
décadas Georg Lukács, enfatizando los mismos puntos.
El 15 de noviembre
de 1906 se inauguró la escuela del SPD. En un inicio, Rosa Luxemburgo no
dictaba clases; pero debido a que la policía ordenó el cese de actividades de
dos profesores por no ser alemanes, ella pasó a enseñar a fines de 1907. En la
escuela, Luxemburgo se hizo cargo del curso de economía hasta que la escuela
cerró, en el año 1914. Sus cursos de economía fueron recopilados y publicados en
un solo tomo titulado Introducción a la
economía política. El texto más difundido es el primer capítulo del libro:
“¿Qué es la economía?”.
En 1907, se realizó en Stuttgart el VII Congreso de
la Segunda Internacional. En este Congreso participaron conocidos dirigentes
socialistas como Plejánov y Lenin (Rusia); Hervé y Jaurés (Francia);
Vandervelde (Bélgica); Bebel, Luxemburgo y Zetkin (Alemania); entre otros. Uno
de los puntos de discusión fue el de la guerra. Bebel propuso una moción, la
misma que fue aprobada con una enmienda, redactada por Lenin, Martov y
Luxemburgo. En este Congreso, Lenin y Rosa Luxemburgo coincidieron en plantear
una posición internacionalista proletaria frente a la guerra.
Rosa Luxemburgo también participó en el VIII
Congreso de la Segunda Internacional, realizado en Copenhague (1910), en el que
se discutieron temas como la relación entre las cooperativas y los partidos, el
paro forzoso, la guerra, etc. En ese mismo año, Luxemburgo comienza su polémica
con Kautsky, veterano del socialismo alemán. Fue una polémica que un año más
tarde daría origen a dos tendencias en el SPD. En el Congreso del SPD realizado
en Jena (1911) ya se notaban dos tendencias más o menos definidas: una
“reformista”, representada por Kautsky; y otra “radical”, representada por
Luxemburgo, Zetkin y Liebknecht. En este mismo Congreso, Rosa Luxemburgo y
Clara Zetkin criticaron la dirección del Partido por no tener una posición
firme contra el imperialismo alemán.
En 1912, Rosa Luxemburgo participó en el Congreso
extraordinario de la Segunda Internacional, realizado en Basilea. La mayoría de
delegados pregonaban y arengaban el internacionalismo proletario, pero
finalmente claudicaron ante la guerra. Este Congreso marcaría el fin de la Segunda
Internacional.
Al año siguiente, en 1913, Rosa Luxemburgo publicó La acumulación del capital. “La
peculiaridad expositiva de este libro –dice Lukács (1975)– consiste en que en
su mayor parte está dedicado a investigaciones de historia de los problemas
tratados. No sólo porque el análisis marxiano de la reproducción simple y de la
reproducción ampliada es el punto de partida de la investigación como tal y
abre además el tratamiento temático definitivo del problema mismo. Sino,
además, porque el núcleo del libro es el análisis, casi de historia de la
literatura del tema, por así decirlo, de las grandes discusiones respecto de la
acumulación: la discusión de Sismondi con Ricardo y su escuela, la de Rodbertus
con Kirchmann, la de los narodniki con los marxistas rusos” (p. 36). Y agrega
que “también por ese modo de exposición se encuentra Rosa Luxemburg dentro de
la tradición marxiana. El estilo de su composición indica incluso una nueva
vuelta al marxismo originario y sin falsear, al tipo de exposición del propio
Marx” (ídem).
A fines de 1914, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Leo
Jogiches, Fran Mehring, Karl Liebknecht, Julián Marchlewski y Guillermo Pieck
fundaron el Grupo “La Internacional”, el cual hizo propaganda contra el
imperialismo alemán y su participación en la guerra y denunció la traición de
los líderes de la socialdemocracia al apoyar la guerra. Al año siguiente, en el
mes de febrero, Luxemburgo fue apresada por haber pronunciado un discurso
antibélico en 1914. Mientras estaba en la cárcel redactó el llamado Folleto Junius, que lleva por subtítulo
“La crisis de la socialdemocracia alemana”. Luego de diversas dificultades,
pudo sacarlo de prisión, pero recién se pudo publicar en 1916. Asimismo,
redactó unas “Tesis sobre las tareas de la socialdemocracia internacional” para
presentarlas en la Conferencia de Zimmerwald; pero no pudo sacar el documento
de prisión debido a un error de información sobre la fecha del evento.
En setiembre de 1915 se realizó la famosa
Conferencia de Zimmerwald (Suiza), en la que participaron delegaciones de los
grupos de oposición, así como los partidos socialistas no oficiales, que se
mantuvieron fieles a los principios socialistas. Lo más resaltante de esta conferencia
fue la formación de la llamada “izquierda de Zimmerwald”, que quedó en minoría
(proponía romper con los “socialpatrioteros” y crear una Tercera
Internacional). Este grupo, liderado por Lenin, acordó publicar un documento en
minoría y un periódico, Vorbote (El Precursor), cuyo primer número
aparecería en enero de 1916. Rosa Luxemburgo no pudo participar en la
Conferencia debido a que estaba en prisión, al igual que Clara Zetkin; sin
embargo, ambas colaboraron activamente con la “Izquierda de Zimmerwald”.
En 1916, el Grupo “La Internacional” comenzó a
publicar su periódico Cartas de
Espartaco, que era editado por Franz Mehring. En enero del mismo año, el
Grupo “La Internacional” adoptó la denominación de Grupo Espartaco y más tarde,
en 1918, la de Liga Espartaco. En abril de 1916 se publicó el Folleto Junius, la primera declaración
política del Grupo Espartaco. Este texto
tuvo un gran impacto a nivel internacional, especialmente en Rusia, que se
encontraba en la víspera de la revolución. Lenin, líder de los bolcheviques,
escribió en julio de 1916 una crítica de dicho documento, en la que mencionó
que “de conjunto el Folleto Junius
es un espléndido trabajo marxista”. A su vez, Lenin hace ver dos errores: “el
error de afirmar que no habría más guerras nacionales y el error de hacer la
menor concesión a la consigna ‘defensa de la patria’” (Watters, 1979, p.70).
En 1917 se llevó a cabo la Revolución rusa, el más
grande acontecimiento del siglo XX. Rosa Luxemburgo no se mantuvo ajena a este
acontecimiento. Desde febrero de 1917 hasta noviembre de 1918 redactó una serie
de escritos que pretendían poner al servicio de los obreros alemanes las
enseñanzas de la Revolución rusa. Debido a la represión del gobierno, no
llegaba a Alemania mucha información fidedigna de la situación en Rusia; por lo
que varias de las afirmaciones que hizo en sus escritos no correspondían
exactamente con la situación de la revolución. Por eso también, Luxemburgo
nunca los publicó ni intentó hacerlo. Fue Paul Levi (militante de la Liga
Espartaco y del Partido Comunista y luego disidente), luego de ser expulsado
del Partido Comunista de Alemania (KPD), quien publicó por su cuenta en 1922
los escritos de Luxemburgo con el título La
Revolución rusa.
En 1918, la ahora Liga Espartaco vio la necesidad
de formar un partido comunista. Con ese fin se realizó un Congreso entre el 30
de diciembre de 1918 y el 1 de enero de 1919, en el que se fundó el Partido
Comunista de Alemania (KPD). Inmediatamente, planificaron un levantamiento
contra el nuevo gobierno, dirigido por la socialdemocracia. Lamentablemente, el
13 de enero el levantamiento fue aplastado y los líderes del KPD fueron
cruelmente asesinados: Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y, luego, Leo Jogiches.
“Rosa Luxemburgo –escribió Lenin– se equivocó
respecto de la independencia de Polonia; se equivocó en 1903 en su análisis del
menchevismo; se equivocó en la teoría de la acumulación de capital; se equivocó
en junio de 1914 cuando, junto con Plejánov, Vandervelde, Kautsky y otros abogó
por la unidad de bolcheviques y mencheviques; se equivocó en lo que escribió en
prisión en 1918 (corrigió la mayoría de estos errores a fines de 1918 y
comienzos de 1919 cuando salió en libertad). Pero, a pesar de sus errores fue
–y para nosotros sigue siendo– un águila” (en Luxemburgo, 1979, pp. 333-334).
Esto quiere decir que, a pesar de sus errores, Rosa Luxemburgo vio más lejos
que muchos de sus compañeros, fue líder indiscutible del socialismo polaco y
alemán; y sobre todo, fue marxista, una ferviente luchadora por la consecución
del comunismo.
Rosa Luxemburgo es un gran ejemplo de una comunista
militante, de una luchadora por el socialismo y el comunismo. Su vida entera
dedicada a la lucha por la revolución debe ser un modelo para todos los jóvenes
que queremos transformar la explotadora y salvaje sociedad capitalista en una
nueva sociedad comunista.
Bibliografía
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luchas sociales. Tomo II. México
D. F.: A. P. Márquez.
- Bottomore, Tom [Dir.]
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- Lukács, Georg (1975).
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(1967). Reforma o revolución. México
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(1970). Huelga de masas, partido y
sindicato. México D. F.: Grijalbo.
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(1979). Obras escogidas. 2 tomos.
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