lunes, 13 de abril de 2015

Antón Makárenko
Pedagogo, escritor, ciudadano (fragmento del libro de V. Kumarin)


Makárenko y Gorki en la colonia que llevó su nombre

Ya en los años veinte, Makárenko descubrió una ley social fundamental. Su esencia reside en que en el sistema sociedad-individuo debe existir forzosamente un eslabón vinculador intermedio, las funciones del cual las cumple una célula especialmente creada, la colectividad. En esta célula social están incluidos los componentes principales de la sociedad socialista, en su conjunto. Así, pues la colectividad hace objeto palpable el modo socialista de vida y con ello asegura el que los miembros de la colectividad entiendan los intereses de la sociedad como intereses personales, es decir, garantiza la formación de una mentalidad colectivista.

Desde el punto de vista de A. Makárenko, la colectividad es un fenómeno tan nuevo como lo es la propia sociedad socialista. Mientras no hubo socialismo no hubo, y no podía haber, colectividades. Makárenko llegó a esta conclusión en 1932 sobre la base del análisis minucioso de las diferentes formas de agrupación social de las personas.

El que en la sociedad existan determinadas dependencias entre sus miembros -escribió A. Makárenko- condiciona también el carácter de la educación.

La sociedad socialista está basada en el principio del colectivismo. En ella, el bienestar de cada uno depende directamente del bienestar de todos y el bienestar de todos se determina directamente por el bienestar de cada uno. La preparación para este tipo de relaciones y para tales dependencias se realiza, en primer lugar, en la colectividad.

Conceptuando la colectividad como una microestructura social, en la que se reproduce un tipo de relaciones, característico para todo el conjunto de la sociedad, A. Makárenko diferencia los conceptos sociedad y colectividad. A diferencia de toda una sociedad, la colectividad representa la unidad de contactos: los miembros de la colectividad están ligados mutuamente por relaciones y dependencias directas.

Esta particularidad substancial de la colectividad como célula de la sociedad socialista tiene también no sólo un gran sentido científico, sino asimismo un profundo sentido práctico de colectividad, los miembros de la cual están ligados por relaciones y dependencias directas, tiene más posibilidades para preocuparse por cada individuo, para aplicar el principio de "llegar hasta cada uno".

Makárenko demostró que la colectividad solo puede crearse sobre la base de una autoridad, que sea claramente útil para la sociedad. Las agrupaciones que surgen como una labor antisocial no pueden conceptuarse como colectividades.

En correspondencia con la tesis marxista de que son las propias personas quienes crean las circunstancias, bajo el influjo de las cuales se educan, A. Makárenko plantea la cuestión de la colectividad como una célula que no surge de motu proprio, de forma espontánea, sino que se crea como resultado de la actividad consciente y concreta de las personas.



También forma parte de las particularidades esenciales de la colectividad su derecho a defender los intereses comunes, a exigir la supeditación de los intereses personales a los sociales. Makárenko llamó a este derecho soberanía de la colectividad. En el proceso realizador de la soberanía de la colectividad se resuelve prácticamente el problema de la personalidad y de la colectividad. El postulado sobre la soberanía de la colectividad se entiende, a veces, no correctamente del todo. Hay pedagogos que estiman que en las exigencias de A. Makárenko de dar preferencia incondicional a los intereses comunes sobre los intereses personales se atenta contra el derecho de una determinada personalidad, contra su libertad.

De por sí se sobreentiende que la verdad es siempre concreta. Si la colectividad deja de respetar y de defender los intereses generales y solo comienza a repartir bienes, sin obtener nada a cambio, sin exigir nada de los individuos que la forman, pierde las cualidades de colectividad. Se desintegra y se extingue con todas las consecuencia que de ello se derivan, en primer lugar, para el individuo. Suceden casos en que la colectividad no existe de hecho, en que a la persona sólo se le exige, menoscabando su libertad y su derecho, sin preocuparse de sus intereses, olvidándose de sus necesidades. En eso es en lo que, precisamente, se diferencia la verdadera colectividad de la colectividad aparente, en que presentando al individuo altas exigencias, insistiendo en que dé preferencia a los intereses generales, le propone máximo de condiciones posibles para satisfacer sus demandas.

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